jueves, 17 de septiembre de 2015

Despeinado #SiropeBarcelona 16&17.9.15-4

Alejandro Sanz despeinado


El cantante madrileño ha presentado 'Sirope' en el Palau Sant Jordi en un recital con más ritmo que baladas

El concierto ha adoptado cadencias 'funky' y soul a cargo de una banda que ha dado un nuevo aire a las piezas más antiguas



Al mencionar a Alejandro Sanz solemos pensar en el baladista de arrebatadas y románticas estrofas, pero esa imagen chirría últimamente. El Alejandro de Sirope se arrima a la música negra, al funk y el r'n'b, tendencia acentuada en sus directos, como anoche en el Sant Jordi, donde dio un perfil urbano y mestizo, de soul con trazos latinos. Un Sanz arropado por una banda estridente, de sonido viscoso, quizá como el jarabe, y con ganas de dejar traspuestos a sus fans. «Todo lo bello de la vida despeina. Querer despeina, besar despeina, abrazar despeina... ¡Catalunya despeina!», exclamó, eufórico y desmelenado, en la recta final, tras echarse al cuello una bandera catalana lanzada desde el público.

A diferencia del galán clásico que centra el espectáculo en su figura, Sanz apareció anoche, en su primera noche en el Sant Jordi (cercano al lleno, hoy repite), precedido y rodeado por los músicos de su banda, desparramados por el escenario como buscando un efecto de gang callejero, mientras repetían el título del disco de un modo parecido al «Get up» de Sex machine, de James Brown. Empalmaron con la primera canción, El silencio de los cuervos, entre aires pacifistas, que culminó con una escena de libre fanfarria a lo Nueva Orleans, dando paso a A mí no me importa. Sanz tomó la palabra para calificar de «belleza» el panorama que veía desde el escenario. Primera alusión capilar: advirtió que «cualquier persona que esta noche haya venido peinada ha perdido el tiempo» y aseguró que dosificarse no es su especialidad. «Yo no sé dar el 30% o el 50%, No sé de eso».

CAPAS DE SONIDO / Las fibras funky, el groove, de buena parte del nuevo repertorio se manifestaron también en las canciones de discos anteriores, como Desde cuándo y Quisiera ser, crecidas en volumen y en capas de sonido hasta cotas de saturación. Metales latinos con alma exhibicionista, voces femeninas que podían tomar la iniciativa en cualquier momento, pistas electrónicas y un piano ardiente. Todo a la vez, y por separado. Un Sirope con muchos aditivos y textura granulada. No me compares, La música no se toca (dedicada al llorado Paco de Lucía, «mi compadre») y un medley con canciones de vidas anteriores: Amiga mía, Mi soledad y yo e Y si fuera ella, que ya rondan las dos décadas. Con casi 47 años, Sanz no se asienta especialmente en el pasado: su repertorio sigue avanzando e incorporando logros, y anoche Corazón partío, como en las últimas giras, no sonó como trofeo final, sino superado el ecuador del recital. Introducida por una improvisación flamenca de Sanz a la guitarra con citas a La plazuela y el tardón, de Manuel Molina.

LATINO Y NEGRO / El guion del tour, que pudo apreciarse el mes pasado en Cap Roig, es fijo, y así asomaron flujos latinos en Labana y una sensual cadencia negra en Camino de rosas, coronada con gestos teatrales por el trío de metales. Sanz, que habla al público de usted, como en Latinoamérica, destacó que el pianista Alfonso Pérez es barcelonés (también el saxofonista, Víctor Miralles), y dio cancha a una corista en Paradise.

En el tramo final, una de sus canciones más poderosas, No es lo mismo, y un suave fundido (¿Lo ves?, Capitán Tapón, esta inspirada en uno de sus hijos) hasta el medley de Viviendo deprisa y Pisando fuerte. Sanz, pletórico, y el Sant Jordi, felizmente despeinado .

Fuente: El Periódico

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