martes, 15 de septiembre de 2015

Cuando Alejandro Era Magno

Alejandro Sanz presenta esta semana en Bilbao su décimo álbum de estudio... o quizá el undécimo. ¿Qué tiene su debut, 'Los chulos son pa cuidarlos', para que el artista lo borre de su discografía?

Según quién haga las cuentas, diremos que Alejandro Sanz visita Bilbao esta semana para presentar su décimo o su undécimo álbum de estudio. Ese baile en las cifras se debe a una singularidad de su discografía: el propio artista prefiere saltarse su primera referencia, un álbum publicado en 1989 por Hispavox y titulado 'Los chulos son pa’ cuidarlos', que por estilo y estética no acaba de casar bien con su exitosa trayectoria posterior. Para ello cuenta además con la coartada de que ni siquiera está editado a nombre de Alejandro Sanz (en sí mismo un apelativo artístico, ya que lo que aparece en su carné es Alejandro Sánchez), sino con el seudónimo mucho más ambicioso y sugerente de Alejandro Magno. Si se consulta su web oficial, 'Los chulos' no aparece en el listado de álbumes y ni siquiera merece una mención en la biografía, pese a haber supuesto su primer contacto con la industria, y en cambio podremos leer que Alejandro "inició su carrera musical en España en los años 90". Dicen que el cantante ha hecho todo lo posible para borrarlo del mapa y olvidarse de él, pero la era de internet ha condenado al fracaso esa aspiración: hoy sus temas están colgados en YouTube y distintas webs ofrecen el vinilo por precios de entre seiscientos y mil euros.

'Los chulos' es un disco fuertemente ligado a una época y a una cultura, que fuera de aquel sistema de referencias se convierte en una anomalía desconcertante. Si rebobinamos la historia y nos situamos en el intenso Madrid de los 80, nos encontraremos con el joven Alejandro en el centro de una compleja colisión de influencias musicales: él siempre cuenta que, en la adolescencia, le gustaba especialmente el heavy de Iron Maiden, Judas Priest o Whitesnake, pero acabó currándose un repertorio de versiones de flamenco ligero en el duro circuito de salas de fiesta, cabarés y puticlubes. Aquel ambiente noctámbulo y canalla propició su acercamiento a dos figuras de marcada personalidad: Antonio Arenas, veterano guitarrista que grabó el primer disco de Camarón y 'bautizó' a Manzanita, y su sobrino Miguel Ángel 'Capi' Arenas, afamado productor, descubridor de talentos y fabricante de estrellas. El primero metió a Alejandro en un trío de sevillanas llamado Sol y Arena; el segundo, consciente de que la voz y la sonrisa pilla del cantante daban para empresas más modernas y vendibles, impulsó la grabación de 'Los chulos son pa cuidarlos'.

El bisoño chaval de Moratalaz se vio así sumergido en la facción más vistosa y excesiva de La Movida, alternando con gente como Fabio McNamara o Luis Miguélez, que parecía recién aterrizada de otro planeta. "Yo no conocía homosexuales y, de pronto, estaba rodeado", evocó recientemente el artista en una entrevista con XL Semanal. El álbum está impregnado de la estética 'cutrelux' que tanto fascinaba a sus nuevos amigos, y la portada y la contraportada pueden contemplarse como una apoteosis del glamour arrastrado y la sofisticación de mercadillo: en las fotos de Pablo Pérez Mínguez, Alejandro combina osadamente casaquilla de torero, camiseta de 'smiley' y gorra hiphopera, en un 'collage' de estilos que se sitúa entre lo risible y lo pavoroso. El contenido musical es obra de 'Capi', Antonio Arenas y Luis Miguélez, que en aquella época era guitarrista de Dinarama y aparece en los créditos como Sagrario Deloína y L.M. Valbuena. Es una suerte de tecno-rumba de auto de choque, con letras de intención jocosa en las que se alían la desfachatez ochentera y el costumbrismo aflamencado. El propio Alejandro solo compone un tema, 'Tom Sayer' (sic), en el que aporta su visión personal del personaje de Mark Twain y se las apaña para meter "Huckleberry Finn" en el estribillo.


Para mirarle el culo

Del disco se lanzaron muy pocas copias, pero aun así llegaron de sobra para cubrir las escasísimas ventas. Jamás se reeditó y, al parecer, el empresario José Barroso adquirió los derechos y se los regaló a Alejandro, para que tuviese el control de lo que se hacía con esas canciones en el futuro. La existencia de aquel repertorio juvenil y desvergonzado se había convertido en un imprevisto engorro para Alejandro, el triunfador global de la canción romántica con pellizco flamenco: "Cuando realicé su biografía, era un tema tabú. Si le preguntabas por él, se reía. Decía que Luis Miguélez y 'Capi' le ponían cerca de la ventana durante las sesiones de estudio para verle bien el trasero...", recuerda el periodista Juan Carlos de Laiglesia, que hace quince años repasó la trayectoria del cantante en el libro 'Por derecho'. Desde aquellas peripecias en la Movida tardía, a Alejandro Sanz siempre le han perseguido insistentes rumores sobre su supuesta homosexualidad, y eso que el propio 'Capi' ha dejado claro que al cantante "le gustan más las mujeres que a un tonto un lápiz". ¿Al biógrafo le parece tan malo el disco como se dice por ahí? "No, peor, ja, ja, ja... Fue otra 'creación' discográfica de la factoría de 'Capi', en la línea de Laín, Tijeritas... 'Capi' tuvo aciertos pero, para mi gusto, siempre se fijó demasiado en el físico, y a veces se le iba la medida".

No resulta sencillo encontrar a alguien que posea el elepé. Hay que acudir a sibaritas como el pinchadiscos bilbaíno Alejandro Arteche, propietario de una vasta colección de rarezas y curiosidades en la que figura el cotizado debut de Alejandro. ¿Qué opina él de 'Los chulos son pa' cuidarlos'? "El disco en sí es una absurdez de esas a las que nos tenía acostumbrados Miguel Ángel Arenas en los 80, cuando sacó varios subproductos de este tipo al mercado. El rollo gay petarda, mezclando pop con toque flamenquito, igual hacía mucha gracia cuando se reunían todos estos en la casa de los pintores Costus y McNamara se ponía a hacer sus números, pero sacado de ese contexto da mucha vergüenza ajena. Le salió bien la jugada en el 85 con el 'Arriquitaun' de Laín y quiso repetir el chiste cuatro años después con Alejandro Magno, pero es que era una cosa que no había por donde cogerla", analiza. A juicio de Arteche, su condición de 'disco perdido' ha acabado agigantándolo: "Se le ha dado más bombo del que merece precisamente por el secretismo de Alejandro Sanz, y yo tampoco veo mucha diferencia entre el bochorno de las canciones de este disco y cuando Sanz abre ahora la boca en los medios explicando el título de 'Sirope' o cosas así. Es decir, tampoco ha cambiado tanto este hombre. Es un disco que no tiene mérito ni como curiosidad ni como chiste ni como nada".

"No fue un disco de Alejandro Sanz. Es mío, claro, pero es otra cosa", argumentaba el cantante en su conversación con XL Semanal. En su beneficio hay que apuntar que su antipatía hacia 'Los chulos' no afectó a su aprecio por sus compinches de aquel periodo. Fue el propio Alejandro Sanz quien hizo posible la edición de 'Rockstation', el disco que Fabio McNamara y Luis Miguélez firmaron en 2001, que en cierto modo supuso una actualización rotunda y espléndida de aquella subcultura tan locuela y colorista de los 80. Lo de los chulos puede estar abierto a discusión, pero los amigos son pa' cuidarlos.


Fuente: El Correo 

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