La calurosa noche que vivió ayer Palma se hizo más amena con Alejandro Sanz en la isla. A pesar del bochorno y que el concierto se celebró entre semana a las 22 horas, su público fiel no puso pegas. El madrileño visitó la Plaza de Toros, la cual no había pisado desde 2013 con su gira La música no se toca.

El concierto empezó puntual. Eran las 22 horas cuando todas las luces de la plaza se apagaron y solo se veía un reloj gigante iniciando la cuenta atrás. El reloj marcó cero y Alejandro Sanz saltó al ruedo con su canción El silencio de los cuervos.
El artista vestía un vaquero oscuro y una camisa negra, muy propio de él en sus conciertos. La velada siguió con A mí no me importa, tras la que se dirigió al público: "Un placer venir otra vez a Mallorca, es como nuestra casa, sois como nuestra familia". También añadió que tenía un presentimiento: "Creo que será un concierto mágico, ¡disfrútenlo!".

Miles de móviles alumbraban a Alejandro Sanz, pero lo más sorprendente es que se veían más abanicos que celulares en el ruedo. El artista pidió que abanicaran hacia el escenario, debido a la temperatura. Entre el público se podía ver un corazón gigante partío, el cual le tiraron cuando empezó a sonar la canción Corazón partío.

Y llegó el primer amago del fin, no sin antes cantar Un zombie a la intemperie. Se reservó para el final Looking for paradise. A pesar de que no estuviera la gran Alicia Keys, lo acompañó una integrante de la banda, Sara, la cual dio la talla.
El cantante se despidió de su público con un "Palma, os quiero" y agradeció a la Plaza de Toros que siempre lo haya tratado tan bien. Consiguió dejar a sus fans con buen sabor de boca con su Sirope.
Fuente: Diaro De Mallorca
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